Mar 20
10
Alfonso Francia
Aquí me tienes, Señor,
casi hundido de dolor…
Tú eres el Dios de la vida,
eres mi Padre y amigo,
y me cuesta comprender
el papel de las espinas
que me encuentro en el camino
y tanto sangran mi ser.
A veces, Señor, no veo,
y no acierto a descubrir
el sentido del dolor,
ni del que sufriste tú,
ni del que ahora vivo yo.
Me serena y me consuela
al verte en la cruz a ti,
que aunque yo a ti no te entienda,
tú sí me entiendes a mí.